viernes, 9 de julio de 2010

El no fichaje de los Browns

Todo el mundo esperaba su decisión. Hasta le dedicaron un programa de sesenta minutos de duración en horario de prime time en la ESPN. Menudo circo, lo nunca visto. Y esto fue lo que pasó:



Eh, no, no fue esto lo que pasó. Lo que sucedió fue otra desdichada desgracia para la ciudad de Cleveland. Ya os lo dije, esa ciudad está maldita, no cabe duda.

Seguro que LeBron no lo hacía mal de wide receiver, por cierto. Velocidad, fuerza, salto... todo un portento físico, si se lo propusiese seguro que sería un jugador de football más que decente. No por ahora.

En estos momentos el aprecio que sienten los ciudadanos de Cleveland por James debe de ser similar al que sienten por Art Modell. El dueño de los Cavs ha dedicado unas bonitas palabras al jugador del estado de Ohio.

Enhorabuena a James, digno émulo de Brett Favre, tanto en lo relativo al circo mediático creado sobre su futuro como en su traición a la afición que le adoraba. ¿He hablado alguna vez de lo que aprecio a los traidores? Debe de ser que mis equipos suelen ser más víctimas de las traiciones que beneficiarios de ellas. La lealtad a los colores, valor perdido en el deporte profesional. En esto Norteamérica y Europa, por desgracia, no son muy diferentes.

3 comentarios:

  1. Considero que una persona tiene todo el derecho a elegir su destino siempre y cuando no utilice malas artes y cause daño a otras personas.

    Irse de un equipo no es causar daño a los aficionados, eso no es dañar será decepcionar. Muy buen tipo el propietario de los Cavs que no le tembló la mano para despedir o traspasar a cualquier jugador que no le interesase aunque la fidelidad del mismo fuera absoluta para el equipo. La pérdida del dinero que deja de ganar es lo que más duele al ese hombre.
    Curiosamente solo pedimos lealtad a los que nos hacen ganar, a los mejores porque el aficionado tiende a dar la espalda a quien ha perdido su grandeza ya que no nos desgarra que corten a un veterano por muy leal que haya sido si ya no nos hace ser mejores.

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  2. Otra vez meando fuera del tiesto para variar, 555, alberto tiene razón.

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  3. Gracias a los dos por vuestros comentarios.

    Me centraré en responder al de alberto, ya que el de Pedroza no está demasiado motivado, aunque percibo cariño en sus palabras. Por cierto, me gusta la expresión "mear fuera del tiesto", que no caiga en desuso; ya veis que os doy bastantes oportunidades con mis artículos para que la empleéis (para los que os preguntéis el sentido de esa expresión, "tiesto" significaba también "orinal", cuán bella imagen).

    Sobre el tema en cuestión, os pediría en primer lugar que os leyeseis esto, o al menos parte de ello, que es un tocho muy largo aunque muy interesante, en el que se reflejan las reacciones de muchos aficionados a la noticia: http://sports.espn.go.com/espn/page2/story?page=simmons/100709

    Lo criticable de esta "traición" no es tanto el cambio de equipo en sí, muy defendible, desde luego, sino el modo en el que se produjo. Creo que si leéis el artículo que os enlazo os daréis cuenta de que esas maneras han sido las que han suscitado más críticas. De hecho, la censura a la actitud del jugador ha sido casi unánime en toda la prensa estadounidense. Muchos comprenden el "qué", pero todos critican el "cómo": el cambio de equipo se ha anunciado en un espectáculo ególatra emitido en una cadena nacional en horario de "prime time". Una puñalada televisada.

    Apuntada mi crítica a las maneras, queda el tema del "qué". Yo soy de los que deseo que los jugadores tengan lealtad a los colores que defienden. Un deportista no es un trabajador ordinario. La empresa donde curro no tiene una "afición" detrás. Ninguna la tiene (bueno, Apple probablemente sí). Sin embargo, las entidades deportivas sí tienen afición. Es, en último término, la causa de su existencia. Por eso me gustan los jugadores leales a los colores. Sean del equipo que sean. Lo de "sentir los colores" implica evitar algunas decisiones que puedan ofender a tu afición actual. Por ejemplo, marcharte al eterno rival. Cuando eso pasa, no puedo dejar de pensar que el jugador "no sentía la camiseta". En otras palabras, que no compartía los valores de la afición. Igual que no me gustaría que Urlacher se fuese a los Packers, no me gusta que Favre se vaya a los Vikings.

    Quizá este caso, el del no fichaje de los Browns, no sea el más sangrante en este último aspecto. Miami no es un rival especial de Cleveland. Sin embargo, era especial la identificación, la idolatría, de la afición con el jugador. Era su elegido, el chaval criado en su mismo estado, en Ohio, el héroe local. Y se ha ido. Y lo ha hecho pregonándolo a los cuatro vientos, sin ningún remordimiento, sin dar más explicaciones ni agradecimientos. Y esto le sucede a una ciudad maldita, de sufrimiento constante. Pues muy mal.

    Quizá el dueño de los Cavs es un cabrón con pintas. Seguro que no le tiembla la mano para deshacerse de los jugadores que no le interesan. Pero a mí el propietario no me importa. El jugador no se ha ido por eso. Me importa la afición. Los que idolatraban al jugador. A los que el jugador les ha pagado con un desprecio absoluto.

    A mí esto no me gusta. Respeto a los que lo veáis de manera diferente, que tenéis vuestros argumentos de peso, pero es mi visión personal y probablemente equivocada.

    Ah, y el tema de que corten a veteranos leales con los equipos, totalmente de acuerdo, también me parece lamentable. Hay un jugador de cierto equipo que evito nombrar al que le están dando la patada de mala manera. También muy mal. Pero que una conducta sea mala no hace que otra sea buena.

    Pero bueno, esto es el deporte profesional, ¿no?

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