jueves, 27 de mayo de 2010

El cómo importa


PREVIO: Mientras empiezo a escribir esta entrada, advierto de que espero que sea corta. Esa es mi intención. Bastante más corta que las de los Browns y el Top-10 de cambios, porque ya he recibido más de una opinión recriminando la extensión. De todos modos, como a lo mejor hay mayoría de gente que prefiere artículos  largos (en teoría más completos y con más chicha) que cortos (cuya lectura quizá resulta más llevadera  y que, por otra parte, permiten actualizaciones más frecuentes del blog), abro una nueva encuesta para que el ciberpueblo se pronuncie. ¿Artículos largos o cortos? Opinen; su opinión será tenida en cuenta.

Este artículo no va sólo de football. Va de deporte en general, porque esta reflexión podría aplicarse a cualquier deporte, creo.

Empezamos con la ristra de off-topics (me perdonaréis pero me temo que voy a traer a colación unos cuantos): la idea de este artículo surge la misma noche en que el Inter de Milán gana la Champions League y después de haber visto el especial del plus sobre el décimo aniversario de la Liga del Dépor. Me surge la siguiente cuestión: ¿qué hace que un deporte nos guste? Bueno, esta es una cuestión muy genérica, vamos a acotarla un poco porque si no el artículo va a salir muy largo: cuando nos gastamos un dinero que nos daría vergüenza revelar por ver un partido, cuando cambiamos nuestros planes en función de algún evento deportivo, ¿por qué lo hacemos? En particular, ¿que gane mi equipo es lo único importante?

De entre los iconos de los Green Bay Packers, destaca, entre otras, la figura de Vince Lombardi. Sí, el tío que da nombre al trofeo que entregan al ganador de la Super Bowl. Debe de ser importante, ¿no? Pues entre las citas célebres de Lombardi, que tiene unas cuantas, encontramos estas:

If winning isn't everything, why do they keep score?

y

Winning isn't everything, it's the only thing.

Por si alguno no lo ha entendido (inciso: debería, porque si no entiende las anteriores frases es que mucho inglés no sabe, y si te gusta la NFL y no sabes inglés, andas bastante jodido), Lombardi venía a decir que ganar es lo único que importa.

Lombardi se equivocaba.

El qué (ganar) no es lo único importante, ni mucho menos. El cómo importa también mucho. Tampoco pretendo ser cínico: cuando veo un partido de mi equipo, sea de football, baloncesto o fútbol, lo que quiero es que gane. Que quede claro. Sin embargo, creo que el cómo es muy relevante. Me explico:


Lo que sostiene a un equipo económicamente, en último término, son SIEMPRE los aficionados. ¿Por qué valen tanto las franquicias de la NFL? Pues porque sus estadios se llenan y, sobre todo, hay empresas que les pagan mucho dinero para que les licencien determinados derechos, especialmente las televisiones. Las televisiones pagan porque mucha gente ve los eventos deportivos, y así obtienen ingresos de los anunciantes y, en su caso, de los abonados. Vemos, pues, que detrás de todo el tinglado, los que dan de comer a los jugadores, a los entrenadores, a los árbitros, a los periodistas, y a todas las personas que cobran directa o indirectamente del deporte son los aficionados: bien comprando entradas para ver los partidos en los estadios, bien porque los patrocinadores de los equipos quieren que lleven su nombre para que los aficionados compren sus productos, bien porque las televisiones pagan millonadas porque muchos aficionados querrán ver esos partidos.

Por tanto, la viabilidad de un equipo (escala micro) y, por extensión, de un deporte (escala macro) depende de que pueda captar la atención de los aficionados; cuantos más, mejor. Si las masas dan la espalda al deporte, estará abocado al amateurismo; si el equipo no interesa, no podrá competir con los equipos que sí interesen, salvo milagro o inversión a fondo perdido de un multimillonario que no tenga un modo mejor (o peor) de despilfarrar su fortuna.

Comencemos por la escala micro. ¿Qué puede hacer un equipo para atraer a los aficionados?

Las campañas publicitarias y de marketing, por muy buenas que sean, no suelen ser el mejor medio para aumentar el número de seguidores o atraer la atención de los medios, más allá de las típicas menciones de los telediarios a mirad qué campaña más curiosa han sacado los [nombre del equipo]. Poco más.

Confeccionar una plantilla atractiva vale, pero si luego esa plantilla no responde a las expectativas, la atención inicial caerá. Opción válida a priori, pero que no garantiza nada.

Muy unido al anterior punto, también puedes optar por fichar a Tebow. En otras palabras, fichar a un famoso. Eh, bueno, vale, pero como la anterior, si luego el famoso (que, además, seguramente esté sobrepagado, ya que suelen incorporar una prima de fama) no responde, mala cosa.


El elemento de proximidad sin duda es decisivo. Soy de un equipo porque es el de mi tierra. Pues sí, sin duda es un factor muy relevante. Cuanto mayor mercado local, mayor número de aficionados tendrá el equipo. Pero ojo, que como el equipo no interese, la gente deja de prestarle atención.


Y llegamos quid de la cuestión: ganar. No se puede negar, cuando un equipo gana, va más gente al estadio, lo ve más gente por la televisión y los patrocinadores son más numerosos y generosos. Sin embargo, ganar, lo que se dice ganar, es algo que pasa muy a menudo. Todas las temporadas hay un campeón. Menuda novedad. Y no te digo ya si es el mismo. Guau, noticias viejas, qué divertido. Nah, eso no vende. Ni siquiera para los aficionados de un equipo es bueno ganar siempre. Lo explico en el siguiente párrafo, sobre el principio de satisfacción marginal decreciente en la victoria.


No, no siempre ganar es lo único, ni siquiera a nivel micro. Sí, habéis leído bien, no es lo mejor ni para los propios aficionados. ¿Por qué? Porque igual que la utilidad marginal de la renta es decreciente (en otras palabras, las primeras unidades de dinero que conseguimos nos cunden más que las siguientes --primero utilizamos nuestro dinero para pagar una casa, comida, bebida; luego algún caprichillo, y así--, hasta que, llegado a un límite, no sirven para nada --más allá de tener el dinero en un banco o vaya usté a saber dónde, que puede ser fuente de realización personal para algunos, pero sin duda tiene menos utilidad que el dinero con el que compran su comida), existe una satisfacción marginal en la victoria. En otras palabras menos pedantes: cuando se gana por primera vez, o después de mucho tiempo, gusta más. La alegría de los aficionados de los Packers en 1996 no puede ser la misma que la que sentían en 1968, y en ambos casos ganaron la Super Bowl: la diferencia es que en el primer caso habían pasado 28 años desde el último título, y en el segundo ninguno: los Packers eran los vigentes campeones y habían ganado 5 campeonatos en 7 años. Eso pasa en todos los deportes. ¿Cómo va a sentir la misma alegría el aficionado del Manresa cuando gana la ACB que el aficionado del Madrid o el Barça (pobrecillos)? Están tan mal acostumbrados que no pueden ni disfrutar de la victoria. En resumen, la discontinuidad en la victoria es buena para todos.


Y aquí enlazamos con la escala macro: si lo único importante es ganar, aun a costa del espectáculo, la audiencia global del deporte caerá y, con ello, los sueldos del personal para el que el deporte no es ocio sino negocio. Lo peor que le puede pasar a un deporte [salvo en España, donde lo peor que le puede pasar es que no sea fútbol] es que sea aburrido o que siempre ganen los mismos. Y ya si ganan siempre los mismos equipos jugando aburrido es el colmo. Por eso la paridad competitiva es buena.  Los deportes, mejor dicho, ver deportes es ver un espectáculo. Y con un aliciente adicional: que no está escrito. Nadie conoce qué va a pasar. Frente a otras alternativas de ocio, el deporte aporta el factor sorpresa. Indudable atractivo. El atractivo que constituye la incertidumbre también se pierde cuando siempre ganan los mismos, en cierto modo. Bah, pa qué voy a ver el partido, si van a ganar los de siempre, que tienen cincuenta veces más presupuesto que los otros.


En la NFL la paridad competitiva se consigue --entre otros-- con el tope salarial (exportable a Europa, aunque nunca la racionalidad fue un criterio de moda en la gestión de entidades deportivas del viejo continente), el sistema de draft y, necesariamente unido al anterior, el carácter cerrado de la competición --que conlleva un inconveniente innegable como es la pérdida de emoción por los ascensos y descensos-- y la existencia de una cantera (las universidades) donde se forman los jugadores y quedan libres contractualmente una vez han terminado esa etapa [el draft, el cierre de la competición y la cantera universitaria son inexportables al modelo europeo].


El sistema funciona: ningún equipo gana más de dos títulos consecutivos desde los Packers en la década de los sesenta.


Además de la paridad competitiva, que evita una de las lacras (que siempre ganen los mismos), hay que velar por que haya espectáculo. Si triunfase el juego aburrido, aunque efectivo, la audiencia caería. Para dormir la siesta ya está la fórmula 1 (que, por cierto, no es un deporte, aunque no me explayaré sobre el tema porque si no no termino).


Creo que la NFL, y el deporte profesional norteamericano en general, son ejemplos de cuidado por el espectáculo. No hay inmovilismo: si ven que se impone el aburrimiento, cambian las normas para fomentar la diversión. Ya lo comentamos en este blog: los cambios de normas de 1978. Cuando se imponen las defensas, las anotaciones bajas, se toman medidas para favorecer a los ataques. Injusto para quien vive de la defensa, pero, en conjunto, algo positivo para la competición.


Después de todo este rollo, ¿dónde está el mayor valor añadido para el aficionado? Pues en hacer algo para recordar. Lo que más vende es la triple E: la épica, el espectáculo y la excepcionalidad. Si consigues que se den alguno de estos tres factores (cuantos más mejor), crecerá tu masa social, y de forma estructural, no coyuntural. Unos ejemplos:
  • Épica.

  • Espectáculo. The Greatest Show on Turf


  • Excepcionalidad


Una victoria que aúna todas las anteriores virtudes, la Super Bowl que ganan los Giants a los Patriots la temporada en que estos marchaban invictos. No solo ganaron los Giants, cómo ganaron: dejando una jugada para la historia, y en un partido épico, espectacular y excepcional (porque los Patriots no habían perdido ni uno). Cómo no recordar esta jugada:





En definitiva, salvo los aficionados del equipo que no debe ser nombrado, a los que no les gusta ni el fútbol ni el baloncesto, sino que su equipo gane (que para eso lo han elegido, ¿no?), las filias a los equipos suelen tener mucho que ver con el cómo (también con el qué), pero qués hay muchos, en el cómo está la diferencia.

CIERRE: ¿Y decías que el artículo iba a ser corto? Joder, pues para contar que si ganas después de un partido épico te alegras más y que siempre ganen los mismos es un coñazo no hacía falta tanto rollo, es evidente. Ya, si ya lo sé, pero me apetecía contarlo, porque se avecinan tiempos de defensa del ganar de cualquier manera, y no, no vale, porque si todos pensásemos así se acabaría con el negocio. La madre que me parió, y yo que queria que quedase corto... Lo intentaré la próxima vez, lo prometo (salvo que la encuesta diga lo contrario).

1 comentario:

  1. Dos puntualizaciones que me parecen importantes:

    La primera, soy un aficionado del "equipo que no debe ser nombrado" y me parece que esa lacra que nos acabas de poner no está justificada, no soy un forofo que la bufanda no me deja ver más allá de mi equipo pero me encanta la afición de mi equipo, es tremendamente exigente y de las que más sabe de fútbol, seguro que no anima como otros pero yo concibo el fútbol como un mero entretenimiento en el que no me va la vida y que si un jugador del otro equipo me ofrece más espectáculo que los del mío, me levanto y lo aplaudo cómo el que más.

    Y segundo, creo que más importante que el hecho de que un equipo juegue bien o mal es que juegue cómo le guste a sus aficionados, esa identificación con el aficionado me parece mucho más importante que si la anotación se va a 30+ ó a 10-, es decir, hay aficiones que prefieren el juego terrestre, el juego aéreo, prefieren que la secundaria de su equipo esté formada por demonios que hacen un fumble tras otro, prefieren un equipo aguerrido que deja a sus rivales en tanteos ínfimos, etc...

    Un saludo y enhorabuena por el blog.

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